Historia del yacimiento


Historia del yacimiento

Cartago Nova se fundó alrededor del año 227 a. C. bajo el nombre de “Qart Hadasht” (Ciudad Nueva) por Asdrúbal el Bello, general cartaginés. Cartago Nova es una de las ciudades más importantes de las ciudades de la Península Ibérica, consecuencia de gozar de una posición fuerte y una muralla espléndida, posee puertos, lagunas y minas de plata. Es el principal emporio para las mercancías que vienen del mar destinadas a los habitantes del interior, y para los productos del interior destinados a los extranjeros.
Aparentemente se hizo sobre un asentamiento anterior ibérico o tartésico. Se tiene constancia de intercambios comerciales con los fenicios desde el siglo VIII a. C. Desde tiempos fenicios se tiene constancia de la relevancia de las minas de la actual zona de Cartagena y su respectiva explotación.
Estas minas fueron la causa principal por la que Roma se interesó en Hispania, pues querían extraer todas las riquezas minerales posibles. Es tomada por el general romano Escipión «el africano», en el año 209 a. C. y la bautiza con el nombre romano Cartago Nova convirtiéndola además en colonia del Imperio.
En el año 44 a. C. la ciudad recibiría el título de colonia bajo la denominación de Colonia Vrbs Iulia Nova Carthago (C.V.I.N.C), formada por ciudadanos de derecho romano.
Augusto en 27 a. C. decidió reorganizar Hispania, de manera que la ciudad fue incluida en la nueva provincia imperial Hispania Tarraconensis.
De la época republicana se conserva en la ciudad el anfiteatro romano. Durante el mandato de Augusto, la ciudad fue sometida a un ambicioso programa de urbanización y monumentalización, que incluyó la construcción del teatro romano y el foro. El posterior déclive de la ciudad sería causa directa del agotamiento de las riquezas de las minas.
Posteriormente Diocleciano crea la provincia Carthaginensis impulsando Cartago Nova de nuevo. La actividad comercial de la ciudad se reorienta a la fabricación del garum, salsa de pasta de pescado fermentada, de la que se han encontrado numerosos restos de explotaciones por toda la costa.
Los siglos II y III señalan el final del esplendor de Carthago Nova, que asistirá a una cierta recuperación en la centuria siguiente. Sin embargo, hacia el siglo V las invasiones bárbaras precipitan la caída del Imperio Romano de Occidente y con ella el fin de Carthago Nova.
La ciudad resurgirá hacia el siglo VI en manos del superviviente Imperio Bizantino de Oriente, como pone de relieve la lápida del Comenciolo, cuya inscripción hace referencia a la puerta de entrada de la Cartagena Bizantina.

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